jueves, 13 de enero de 2022

PUEBLOS ORIGINARIOS EN LAS CERCANIAS DE OJUELOS

 Alrededor de Ojuelos no se han encontrado indicios de asentamientos indígenas. Hay vestigios en el cerro del Toro y sus alrededores que podrían indicar que hubo habitantes temporales, de estancia breve, lo que es compatible con lo encontrado por los castellanos en los años posteriores al primer contacto y a la conquista de México-Tenochtitlan. Por las escasas referencias que tenemos sabemos que en nuestra región campeaban por esa época chichimecas guachichiles, que eran principalmente nómadas y cazadores – recolectores.

Sin embargo, lo anterior no siempre fue así. Solo basta dirigir la mirada unos kilómetros a la redonda, más allá en dirección de los cuatro puntos cardinales, hacia paisajes y territorios donde los arqueólogos han encontrado sitios que fueron poblados desde el período Preclásico tardío hasta el Clásico temprano.


Línea de tiempo para las culturas del centro-norte de Mesoamérica,
en los períodos desde el preclásico hasta el posclásico tardío.


Algunos de estos vestigios están muy cerca de Ojuelos tales como los encontrados en Santa Elena, en el Cóporo y en el Cuarenta. Otros más alejados son los de Altavista-Chalchihuites, La Quemada y el Teúl, y Ojuelos está en la ruta migratoria que siguieron los pobladores desde Teotihuacán hasta estos sitios antes del Epiclásico (650-1000 d.C.) y cuando abandonaron la región para integrarse a Tula, la multiétnica cultura tolteca.

Mesoamérica, tal y como la define Paul Kirchhoff, es la región geográfica en la que habitan pueblos indígenas con rasgos comunes considerados característicos de las “altas civilizaciones”. En contraste, al norte, se encontraría lo que se dio en llamar Aridoamérica, Mesoamérica Marginal o la Gran Chichimeca y en donde habitaban pueblos más atrasados que eran generalmente cazadores-recolectores. En esa época, en mi opinión, se da la primera condición de frontera para nuestra región, de las varias que se darán a lo largo de nuestra historia, porque en esa franja de territorio se sitúa la imaginaria gran divisoria que limita con el septentrión mesoamericano.


 

Los asentamientos encontrados en Altavista, La Quemada, El Teúl, el Cóporo y en la cuenca del Rio Verde-San Pedro al sur de Aguascalientes, muestran destacadamente patrones ceremoniales-habitacionales-defensivos lo que nos dice entre otras cosas: que eran culturas sedentarias, agrícolas, religiosas y militares. Los constructores de estos sitios fueron descendientes de los antiguos teotihuacanos, así lo dicen las similitudes en arreglo de los edificios ceremoniales, las técnicas de construcción, el juego de pelota en el Teúl y la pirámide votiva en la Quemada. Estos pobladores llegaron huyendo de lo que destruyó Teotihuacán y se fueron huyendo de tribus chichimecas agresivas que los desplazaron otra vez al sur para poblar en Tula.

 

 

La historia, en cierto sentido, es una sucesión de escenas estáticas que, al multiplicarlas, como en un viejo cinematógrafo, adquieren vida en nuestra mente redibujando un pasado y una historia más fiel a la memoria. En ese pasado no siempre fuimos indios salvajes que escalpaban cabezas, se pintaban de rojo el rostro, violaban a las españolas y se comían vivos a sus enemigos; también tuvimos religión, cultura, gobierno y esplendor.

 Zapopan, Jalisco, a 13 de enero de 2022.

 


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